La única diferencia que existe entre un puente y la semisemana santa , no es el número de días ya que algunos puentes son incluso más largos que la semisemana santa, sino que en semisemana santa uno se va a disfrutar de las procesiones. A mi me han parecido que las procesiones son un poco ruidosas. Siempre chillaba alguien. Aunque este alguien era el que mejor se lo pasaba. Los otros tenían cara de pena o no se les veía la cara. Mi ama decía que no chillaban que estaban cantando saetas. A nosotros nos han llevado a tres. En la primera un señor llevaba una cruz muy grande y una señora chillaba o como dice mi ama cantaba saetas. Tuve que taparme los oídos. Cuando la señora se calló quise cantar yo las saetas, comencé a ladrar fuerte para pasarlo bien pero el aguafiestas de ni amo me regañaba cada vez que emitía un ladrido. En otra procesión formada por unos gusanitos muy divertidos y que se llamaba procesionaria fue mi ama quién cantaba las saetas. Y en la última que visitamos antes de volver a casa y que fue la que más duró que incluso me dormí, eran los señores que estaban en otros coches quienes cantaban saetas a mi ama por ir cambiándose continuamente de carril.
martes, 14 de abril de 2009
Vida de perros. Las procesiones
La única diferencia que existe entre un puente y la semisemana santa , no es el número de días ya que algunos puentes son incluso más largos que la semisemana santa, sino que en semisemana santa uno se va a disfrutar de las procesiones. A mi me han parecido que las procesiones son un poco ruidosas. Siempre chillaba alguien. Aunque este alguien era el que mejor se lo pasaba. Los otros tenían cara de pena o no se les veía la cara. Mi ama decía que no chillaban que estaban cantando saetas. A nosotros nos han llevado a tres. En la primera un señor llevaba una cruz muy grande y una señora chillaba o como dice mi ama cantaba saetas. Tuve que taparme los oídos. Cuando la señora se calló quise cantar yo las saetas, comencé a ladrar fuerte para pasarlo bien pero el aguafiestas de ni amo me regañaba cada vez que emitía un ladrido. En otra procesión formada por unos gusanitos muy divertidos y que se llamaba procesionaria fue mi ama quién cantaba las saetas. Y en la última que visitamos antes de volver a casa y que fue la que más duró que incluso me dormí, eran los señores que estaban en otros coches quienes cantaban saetas a mi ama por ir cambiándose continuamente de carril.
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